Esperando nada

Ni que fuera un instinto diferente, raro, extraño, tonto y tantas veces cínico, que parece que es jugar a hacerse daño...

Y es que nos encanta, porque dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero en realidad yo lo veo como un animal que tropieza una y mil veces consigo mismo.
Podemos decir que no repetiremos, podemos decir que se acabó, podemos decir que jamás... Podemos decir tantas cosas, que ni siquiera nos damos cuenta de que inconscientemente estamos mintiendo, mintiendo a la gente, pero más importante aún, mintiéndonos a nosotros mismos... Eso hace que tropecemos más fuerte que nunca, y ya se sabe, cuando uno se tropieza, se cae... y duele.
Y tropezamos muchas veces, muchísimas... y nos quedamos así, esperando a que alguien llegue y nos tienda la mano para levantarnos, esperando la llegada de la suerte pensando que no puede faltar a la cita, pero de lo que no nos damos cuenta, es que en realidad nos quedamos esperando nada.

Somos expertos en echar leña sobre hogueras apagadas, no sabemos aceptar que hay ciertas cosas que se acaban y es entonces, cuando lo aceptamos, cuando nos damos cuenta de que nada quema más que el fuego cuando se acaba de apagar... (Gracias Marwan, otra vez)

Digamos que esto resume un poco todo lo que vengo a decir... Nos encanta hacernos daño, somos los animales más tontos del mundo y nos empeñamos en seguir siéndolo. Está en nuestros genes, y eso no lo cambia nadie.

Dejemos de esperar a que otros hagan por nosotros lo que podemos hacer nosotros mismos y esperemos solamente cambiar ese instinto, ilógico pero real, que nos empeñamos en desarrollar desde pequeños y que solamente hace que maduremos a base de palos.

Ya está bien de perder, empecemos a ganar confiando en nosotros mismos y levantándonos por última vez para no volver a caer.

El último día (Maldita Nerea)
Sueños sencillos (Marwan)
Para siempre (Marwan)
Esperando nada (Grande entre los grandes... Antonio Vega)