El miedo te invade y te quedas como una estatua... Estúpido comportamiento agobiante y que a la vez te delata, impregnado de cierto aroma emocionante que finalmente hace que parezcas un zombie, rígido y sin palabras...
Te comienzas a mover entre la gente, y encuentras tu destino, pero cuanto más andas más lejos lo ves, y solo ves que se interpone un leve obstáculo, tú mismo.
Decides envalentonarte, inflas el pecho y subes la cabeza, pero cuando buscas la meta, algo falla... se ha esfumado... ¿Casualidad? No, simple excusa del tiempo que has perdido para hacerte darte cuenta de que "miedo" y "valor" son polos opuestos que hay que saber entrelazar para poder dar de sí lo que uno espera de sí mismo.
Intentas perder el miedo y no haces más que mentirte a tí mismo, pero ya se sabe, como dijo Charles Dickens, cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender...
No hay comentarios:
Publicar un comentario